miércoles, 30 de mayo de 2012

Capitulo 27.


Capitulo 27

[Narra Liz]

Se tardaba sólo dos horas en coche desde Londres a Brighton. Además como era de noche apenas había nadie en la carretera. Harry y yo fuimos hablando de esto y de aquello, nada importante. Llevábamos ya medio camino, una hora más o menos.

- ¿Cuanto queda? – Le pregunté por octava vez, sólo para hacerle chinchar.

- Pooooco – Me contestó – ¿Quieres dejar de preguntarlo? Con el complejo  de asno de Shrek que 
tienes…

- ¡Dios! ¡Qué chispa! – Le dije.

- No, en serio, queda poco unos cuarenta minutos o así…

- Okay – Bostecé- Ósea que llegaremos para las tres de la mañana. ¿Estará el hotel abierto?

- Supongo que sí - Dijo mientras yo volvía a bostezar - ¡No te vayas a quedar dormida, no es justo! ¡Me 
tienes que entretener! Además, no quiero escuchar tus ronquidos.

- Mira, yo no ronco. Y si lo hiciera seria más bien como suspiros de ángeles…

- Que va, es más bien como un trol agonizando.

Le pegué en el brazo. No muy fuerte pues no quería que se distrajera o diera un volantazo, pero si lo suficiente como para que entendiera que se había pasado.

- No tienes respuesta porque sabes que es verdad, así que te frustras y me pegas – Dijo riendo.

- ¿A que me quedo sin respuesta y me frustro otra vez y esta vez mas fuerte?

- ¡No, no! Que soy sensible y se me quedan moratones – Dijo poniendo voz de damisela en apuro.

Reí. En realidad si lo pensaba no conseguía enfadarme con él a pesar de que se llevaba todo el día lanzándome pullitas y metiéndose conmigo. Supongo que es su modo de ser con las chicas, y quisiera o no a mi me encantaba. Era muy de adolescentes.
Después de una media hora, llegamos. El hotel estaba abierto, y menos mal, porque según Harry, si no tendríamos que dormir en el coche, y eso sería lo más incomodo  del mundo. Aparcó y fuimos directamente a recepción. Él había reservado a partir del lunes por la mañana, pero no le pusieron muchos problemas y pudimos pasar esa noche en el hotel. Volvimos al coche para coger las maletas.

- Ahora me dirás que como es algo precipitado, solo había una habitación libre de cama de matrimonio y tenemos que dormir juntos… - Dije riendo.

- Mas quisieras – Rio – Hay que ver la de películas romanticonas que te has tragado ¿eh?

Subimos a nuestras habitaciones. Eran contiguas e individuales. Nos despedimos en el pasillo. Fue un poco raro. Quedamos en despertarnos sobre las once para pillar el desayuno que acababa  a las doce y después pasar el día en la playa. Le di un beso en la mejilla de buenas noches y entré a mi habitación. Me puse el pijama y me tumbé en la cama. No tenía ganas de deshacer la maleta, estaba muy cansada, es más me estaba quedando dormida, ahí tirada sin meterme dentro de las sabanas ni nada. De repente sonó el teléfono y me sobresalte, lo cogí, quizás eran los del hotel o algo…

-  ¡Que descanses!- Era Harry.

- ¿Ya me echas de menos?- Le dije en tono de broma.

- La verdad es que si, ¡hasta mañana!

- Buenas noches.

Colgó. No sabía lo que pasaría mañana pero presentía que sería uno de los mejores días de mi corta vida. 
Con ese pensamiento me quede dormida aun si haberme tapado.

[Narra Louis]

Se le veía mucho más cómoda y relajada, incluso con las gemelas a las que a veces no entendía. El inglés de los niños pequeños es más complicado de entender. La conversación giró en torno a ella, su vida en España, su familia, los estudios, la cultura de allí. Era un amplio tema de conversación, lo cual era bueno, así no se daban momentos incómodos.

Estaba bastante agradecido a mis hermanas mayores y a mi madre. No habían dado ninguna muestra de disgusto, le habían dado un voto de confianza, querían conocerla antes de juzgarla. Sabía que mi madre se comportaría así pero no estaba seguro de si Lottie iba a ser tan comprensiva. Se llevaba muy bien con Eleanor y no le gustó que hubiéramos roto, aun así entendió que era mi decisión no la suya. Estaba madurando y creciendo y yo no lo estaba viendo. Ese pensamiento me entristeció, era uno de los contras de este trabajo.

Un golpe de Alba en la mesa con las manos me sobresaltó. La miré extrañado.

- ¡Mañana cocino yo! – Dijo totalmente segura de si misma.

Debió de darse cuenta que todos teníamos una cara de pasmados y se echo a reír.

- Ósea… Si Jay me da permiso para usar vuestra cocina, me gustaría haceros un almuerzo español a todos 
y así os agradezco vuestra hospitalidad.

Ahora todo tenía más sentido. Suspiré. Era única.

- Claro, me encanta la idea – Dijo mi madre sonriendo.

- Gracias. Por cierto, Lottie y Fizzy, ¿me ayudáis?

Vi que Lottie no estaba muy por la labor pero al final asintió. Entonces las gemelas se enfadaron.

- ¡Nosotras también queremos ayudarte Alba! – Dijo Phoebe.

- ¡Eso que yo sé hacer pizzas! – Dijo Daisy.

- ¿A si? – Le pregunté yo riendo.

- ¡Si! – Dijo muy orgullosa – Mama enciende el horno y cuando está muy, muy, muy caliente metemos la 
pizza y al rato, no mucho rato, poco rato, pues la sacamos… ¡Y ya está!

- Bueno entonces si eres tan buena cocinera esta claro que no puedo prescindir de vosotras – Comentó Alba riendo.

Me sonó el teléfono. Era un mensaje.

- Es Stan – Dije a nadie en particular- Los chicos y él van a ir a jugar unos billares, quiere saber si nos apuntamos.

- Por mi perfecto – Dijo Alba sonriente.

- Lo que de verdad quieren es verte – Comenté.

- Normal, les habrás dicho lo guapa que soy y querrán comprobarlo y ver si eres un fantasma o no.
- Seguramente – Reí.

No tardamos mucho en terminar de cenar. Después ayudamos a recoger la mesa, aunque mi madre insistió en que Alba no tenía por qué, ésta quiso ayudar. Luego subió a mi cuarto, quería cambiarse de camiseta antes de salir.

Cuando bajó por la escaleras no sólo se había cambiado de camiseta, se había maquillado un poco más y arreglado el pelo. Estaba guapísima. Verla así, bajando por las escaleras de mi casa, sonriéndome, fue uno de esos momentos que no se olvidan jamás.

- Con que solo la camiseta eh – Le dije.

- Bueno, no quiero que tus amigos piensen que les mientes así que tendré que demostrar que soy tan guapa 
como les has dicho – Me contestó llegando hasta mi.

- Eres guapa hasta recién levantada – Le dije.

- Tú no eres objetivo en eso, recién levantada soy un Simpson enfermo

Reí ante su comparación.

- Pues sí, pero, eres mi Simpson enfermo.

Fuimos al bar andando. No estaba muy lejos y hacia una noche de domingo agradable. Además no había 
mucha gente por las calles, así que dimos un paseo tranquilo.

- ¿Cómo lo he hecho? – Me preguntó.

- Has sido tú misma así que lo has hecho genial – Le contesté – Ahora sigue siendo tú con mis amigos.
-  Bah, con eso no tengo problemas – Dijo con un gesto de superioridad – Los hombres siempre se me han dado bien – Rió.

Iba a contestarle a ese comentario cuando escuché que alguien me llamaba.

- Eh, tú el famosos cantante ¡Estamos aquí! – Era Stan.

Llegamos a donde estaban. Además de Stan también estaba Peter. Eran mis dos mejores amigos del instituto, nos los veía muy a menudo pero cuando estaba con ellos era como si no viviera en otra ciudad y aun nos viéramos todos los días.

- ¿Me echabais de menos? – Pregunté al llegar.

- Eso siempre, bro – Contestó Stan.

- Esta debe ser Alba ¿no? – Preguntó Peter.

Yo esperaba que se comportaran y no hicieran ningún comentario para molestar a Alba, los conocía y sabía que a veces podían ser muy perros.

- Exacto, esta es Alba – Le dije – Alba, estos son Stan y Peter.

- ¡Hola! – Se fue para ellos y les plantó dos besos a cada uno.

Rió al ver la expresión de mis amigos.

- En España es tradición darse dos besos al presentarse – Dijo riendo como modo de explicación.

- Me gusta esa tradición – Dijo Peter riendo.

Stan me rodeó por el brazo y me llevó con él a la puerta del bar.

- ¿Preparado para una paliza al billar Boo Bear? – Me dijo mientras me despeinaba.

- Sabes que tengo un don con el billar, vas a tragar el polvo.

Alba iba detrás hablando con Peter. No sabía de que hablaban, esperaba que no la estuviera incomodando mucho aunque Alba sabia arreglárselas sola. No me necesitaba a mí para defenderse, así que seguí haciendo bromas con Stan mientras nos dirigíamos a la mesa de billar.

- ¡Equipo de dos! – Gritó Stan cuando llegamos a la mesa – Quién pierda invita a ronda.

- Yo con… - Empecé.

- ¡Yo con Alba! – Me interrumpió Stan - Si no te importa, claro.

- No le tienes que preguntar a él, si no a mí, ¿no crees?

Yo me reí, Stan no sabía con quien estaba hablando.

- Es verdad, no soy su dueño – Le dije riendo.

- Culpa mía – Dijo – Alba, ¿quieres ponerte conmigo?

- Solo si tus intenciones son nobles, ¿lo son? – Le preguntó riendo.

- Son darle una paliza a Boo Bear, que se nos está volviendo un londinense estirado.

- Totalmente nobles entonces – Dijo colocándose a su lado – Juego contigo.

- No te preocupes Tommo, ¡les enseñaremos quién manda! – Me dijo Peter.

Perdimos. Alba y Stan eran muy buenos al billar. Alba me comentó que en la playa jugaban mucho y que se le daba bien, pero se le daba más que bien. Metían casi todas en un sólo golpe. Encima había inventado un bailecito para cuando colaban una bola y solo hacían repetirlo una y otra vez.

- ¡Ohhhh! ¿Quiénes son los mejores? – Cantó Stan bailando.

- ¡Nooooosotros somos los mejores! – Le contestó Alba.

-Ahora invitamos a unas cervezas, pero después queremos la revancha – Dijo Peter – Lo que pasa es que Louis es muy malo.

Le miré con cara de ofendido.

- Lo tuyo es cantar hermano – Me contestó.

- También es verdad – Dije y me puse a cantar desafinando y chillando.

- ¿Cuatro cervezas, entonces? – Preguntó Peter.

- ¡Si! – Contestamos todos.

- Te ayudo- Se ofreció Alba y se fue con él hacia la barra.

Stan y yo pillamos una mesa vacía cerca de las mesas de billar y nos sentamos a esperarlos.

- Me gusta la chica – Me dijo- Es divertida.

- Si…

- ¿Qué pasa? ¿No estáis bien?

- Estamos mejor que bien, pero se va en unas semanas, vive en España – Mientras hablaba, miraba como 
Alba reía con Peter en la barra mientras esperaban las cervezas. Esa era una de las cosas que me gustaban de ella, era todo felicidad y sonrisas.

- ¡Qué putada! ¿Qué vais a hacer?

- No lo sabemos, de momento sólo vivimos el momento…

[Narra Liz]

Me desperté con el despertador de la ‘BlackBerry’ y le hablé a Harry por Whatsapp. No me contestaba así que empecé a darle toques. Al cuarto me lo cogió.

- ¿Qué quieres? – Dijo con voz de dormido.

¡Dios era la voz más sexy del mundo!

- Tengo hambre y… ¡MUCHAS GANAS DE PLAYA! – Dije gritando.

- Dame cinco minutos y nos vemos en el pasillo – Dijo.

- Okay – Le colgué.

Me levanté y abrí las cortinas. Hacia un buen día de playa, el sol brillaba en lo alto del cielo. Eso hizo que mi estado de ánimo fuera aún mejor. Me puse un bikini rosa fucsia, solo me había llevado ese, tenía como volantitos en la parte del pecho y era palabra de honor. La verdad es que me sentaba muy bien y los volantitos hacían que pareciera que tenía más pecho. No sabía por qué pero quería estar sexy para Harry. 
Él siempre me trataba como una amiga, en cierta manera, quería que me viera como una chica sexy. Me costaría trabajo, pero lograría parecerlo.

Me puse unos vaqueros cortos y la primera camiseta que encontré. Me dejé el pelo suelto, lo tenía bonito ese día. No tenía chanclas así que me puse unas sandalias y mis ‘Ray-ban’.
Salí al pasillo, Harry aun no había salido, pero no tardó mucho. Bajamos a desayunar y mi plan de parecer sexy se desmoronó al ver el buffet libre. Cogí un poco de todo emocionada y me senté radiante en la mesa para engullirlo. Él también cogió bastante comida. Hablamos de los planes del día, teníamos que comprar toallas pues no habíamos traído. El plan era pasar el día en la playa y a la noche ir a cenar a algún lado y dar un paseo. Nos volveríamos al día siguiente pues el miércoles ya se le acaban las vacaciones.

Compramos las toallas de camino a la playa. Yo había retomado mi plan  de parecerle sexy. Caminaba lento y moviendo el culo. Costaba más de lo que parecía. Quería parecer inocente pero sensual.
Apenas me duró la actuación. En cuanto dejamos las toallas en la arena y mire al mar me emocioné y empecé a saltar. Me quité rápido la ropa y corrí a bañarme. Me encanta bañarme en el mar y lo echaba mucho de menos.

Me sumergí y me sentí feliz. El agua en España estaba más fría y la arena era más suave, pero no me podía quejar. Salí a la superficie y lo vi acercándose a la orilla. No llevaba camiseta. Yo estaba acostumbrada a verlo sin ella pero me quede anonadada mirando como se movían sus músculos mientras andaba y se metía en el agua. Cómo le brillaba la piel a causa del sudor, el agua y el sol.
Sin darme cuenta lo tenía ya delante salpicándome la cara.

- ¡Esta buena, eh! – Dijo mientras seguía salpicándome.

- ¡Imbécil! – Adiós total a mi plan de ser inocente y sexy - ¡Qué casi me ahogas! Te vas a enterar.

Así nos pasamos casi dos horas. Intentándonos ahogar, nadando de un lado para otro, pillando olas… 
Cuando salimos teníamos los dedos como garbanzos. Nos tumbamos en la toalla y nos secamos al sol.

-Ponte crema – Le dije – O te quemaras y te pondrás rojo, que eres un guiri – Me reí solo de pensarlo.

- Si lo piensas tú también eres guiri – Dijo. Le había explicado el significado de esa palabra.

- Pero mi piel se ha curtido bajo el sol español – Dije con tono poético.

- ¡Odio echarme crema! – Sonó como un niño pequeño.

Tomamos el sol un rato más pero mi barriga empezó a pedirme comida.

- ¿Qué hora es? –Le pregunté – Tengo hambre.

- Las dos y media – Dijo mirando el móvil – Mira, ahí hay un puesto de ‘Fish&Chips’.

- ¿Te doy el dinero y vas tú? Yo me quedo vigilando esto.

- Vale, pero no me des dinero, invito yo.

- Bastante has invitado ya, has pagado el hotel, la gasolina las toallas…

- ¿Quién es el rico de los dos?

- También es verdad.

Se marchó y me quedé tomando el sol. Me evadí del mundo durante un rato. Pero la barriga volvió a sonarme, miré la hora en mi móvil, había pasado más de media hora… ¿Le habría pasado algo?

Alcé la vista buscando el kiosco de ‘Fish&Chips’. Vi que había un montón de gente alrededor. Bueno, era normal, era la hora de comer. Aunque si lo pensaba era más bien la hora de comer en España, no aquí. Vi que una figura se alejaba del kiosco y se dirigía a las escaleras para bajar a la playa. La multitud le seguía. 
Me fijé bien. Esos pelos solo podían ser los de Harry.

Entonces caí, seguramente serian fans. Me empecé a poner nerviosa. ¿Le seguirían hasta aquí? ¿Me verían? ¿Me harían fotos y cosas de esas? Me fijé que Harry estaba parado, parecía estar hablando con la multitud. Al fin bajo por las escaleras pero no le siguió nadie.

Llegó hasta mi muy sonriente.

- Espero que no se hayan enfriado. Te he pillado Coca-cola Light, porque no sabía lo que querías pero recordé que es lo que sueles beber…

- ¿Qué ha pasado? – Le interrumpí.

- Ah, nada – Dijo sentándose- Había unos cuantos fans arriba, he tenido que pararme a hacerme fotos y eso – Dijo sonriente.

- ¿Por qué no te han seguido hasta aquí?

- Bueno pues les pedí que no lo hicieran. Les dije que estaba con una amiga, que no quería mucho jaleo y eso – Dijo sin darle importancia.

- ¿Una amiga? – Le pregunté.

- Si, eso es lo que somos, ¿no? Amigos – Dijo- Bueno, al menos hasta que me contestes.

Dicho esto abrió su lata de cerveza y empezó a comer.

- Uhm, delicioso.

Volví a la realidad. Me había quedado pensando en las últimas palabras de Harry. No sabía si me gustaba o no que dijera que sólo era una amiga. Aunque claro, aún no le había contestado, no podía echarle nada en cara.

Empecé a comer también. Estaba bastante bueno. No era una de mis comidas favoritas pero no estaba mal.

Nos bañamos una vez más después de hacer la digestión. Pero sobre las seis empezó a refrescar, así que decidimos ir al hotel para ducharnos y después ir a cenar.

De camino al hotel Harry tuvo que detenerse un par de veces a firmar autógrafos y hacerse fotos. Yo me mantuve apartada en todo momento. Cuando le preguntaban quien era yo, él decía que una amiga de la infancia, entonces yo sonreía. De momento nadie me hacia fotos ni nada por el estilo. Mejor, porque mis pintas playeras eran lo peor.

Cuando llegamos al hotel subimos a nuestras habitaciones para ducharnos. Yo me quité la ropa mojada. 

Cuando iba en bikini de un lado para otro de la habitación decidiendo que ponerme, llamaron a la puerta. Abrí y era Harry, aún con la ropa de la playa.

- ¿Qué pasa? – Pregunté dejándole pasar.

Él cerró la puerta tras de sí y yo me senté en la cama a escuchar que quería.

- He estado pensando – Se sentó al lado mía – Que bueno, estoy reventado, quizás podíamos quedarnos en 
el hotel tranquilos, pedir algo  de comer, o algo, ya sabes…

Me miró buscando mi respuesta. Y en ese instante, no sabría decir cómo, porque ni siquiera nos habíamos tocado, supe que íbamos a tener sexo. No sé si él tuvo la misma sensación pero se acercó más a mí y me dio un beso en los labios. Fue fugaz y tierno. Pero desató en mí un deseo que había intentado mantener a raya desde la primera vez que nos acostamos y le devolví el beso con más fuerza y pasión.

- Si – Le susurre al oído – Mejor nos quedamos aquí.

[Narra Harry]

Antes de besarla pensé que quizás no era lo que debía hacer. Pero era lo que quería hacer, así que lo hice, y gracias a dios, salió bien.

Me devolvió el beso con más ímpetu y ya no pude parar. Llevaba tanto tiempo deseando besarla de nuevo… Besé cada parte de su cuerpo. Sabía a sal.

La tumbé en la cama sin dejar de besarla. Me quité la camiseta. Ella me ayudó a quitarme el bañador. Esta vez fue mejor que la anterior, quizás porque los dos éramos plenamente conscientes de lo que hacíamos, no nos sentíamos mal porque Liz estuviera con alguien o porque estábamos borrachos. Sabíamos perfectamente lo que hacíamos y queríamos hacerlo.

El primero fue rápido. Se notaba que ambos dos estábamos deseando hacerlo de nuevo. Pero el segundo fue más relajado. Al hacerlo más lento pudimos ser conscientes de pequeños detalles. Yo, por ejemplo, descubrí una marca de nacimiento de Liz que no sabía que tenía. Fue más romántico, si se puede explicar así.

Al terminar estábamos los dos exhaustos, sudados y aún con salitre en el cuerpo.

- Necesitamos una ducha – Dijo Liz.

Se levantó, me cogió la mano y me arrastró hasta el baño. Nos metimos juntos en la ducha. Allí seguimos besándonos. Liz insistió en lavarme el pelo, me hizo mucha gracia su proposición.

Ahora estaba frente a ella mientras la ducha le daba en la cabeza y el agua caía por todo su cuerpo. Estaba guapísima.

- Necesito una respuesta – Le dije.

Quizás no era el momento, pero no aguantaba más, y menos después de este día tan increíble que había pasado con ella.

- ¿Sabes? Nunca me han besado bajo la lluvia – Me dijo a modo de respuesta.

La miré extrañado. Pero entonces, cogí la ducha, la quité de su soporte y la sostuve encima de nuestras cabezas. Parecía que nos estaba lloviendo. Me acerqué a ella y la besé.

Tras el beso me miró con una sonrisa enorme.

- ¿Eso es un sí? – Le pregunté.

- ¡Chico listo! – Me contestó y me volvió a besar.
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Quiero daros un MASSIVE thank you a todos los que me leéis, por hacerlo y por los comentarios que me dejáis tanto aquí como en twitter, sois puro amor TODOS ¡Gracias!

lunes, 21 de mayo de 2012

Capitulo 26



Capitulo 26

[Narra Liz]

Me dolía la barriga. Creo que eso fue lo que me despertó. Recordé el día del sábado. Creo que nunca había comido tanta porquería junta. Habíamos pasado todo el día del sábado juntas en casa. Sólo salimos para comprar comida, dulces, chocolatinas, helado, pizzas precocinadas, patatas de bolsa… nos pusimos un poco al día con nuestras familias y amigos. Yo hable por ´Skype’ con mi madre, los padres de alba no entendían estas modernidades pero gracias a su hermano pudieron hablar algo por videollamada en ‘Facebook’.

Básicamente el día del sábado había sido ese típico día de resaca, que normalmente suele ser un domingo, en el que no haces nada más que estar tumbada en el sofá y comer. Aunque hubo una pequeña diferencia, nosotras hablamos, hablamos mucho.

Cuando Alba y yo empezamos a estar más unidas me di cuenta de una cosa, podíamos llevarnos horas hablando. Empezar con cualquier tema de conversación y darnos cuenta que habían pasado tres horas y que hablábamos de algo totalmente distinto. A mí me encantaba, aunque a veces no era bueno, recuerdo quedarme en su casa a estudiar que hiciéramos un descanso y que se nos fueran  dos horas hablando. 
Luego había que hartarse de estudiar para recuperar ese tiempo.

Esta vez hablamos sobre todo de nuestro verano, de nosotras y por supuesto de los chicos, fueron el ‘Trending Topic’ del día, como dijo alba. Reí sola aun tumbada en la cama al acordarme de esa broma mala. Pero básicamente fue así, hablamos mucho de ellos, de todos pero de Harry y Louis mas, era normal. 
Alba se sincero mucho conmigo y me dejo claro los pros y contras de empezar una relación que sabes que va a terminar y añadiéndole todas las complicaciones que tiene salir con alguien como ellos, por su trabajo. 
Dejo bastante claro que ella se guiaba por los pros, los cuales consideraba de mucho más peso y más destacables que los contras sobre todo si vivía según mi filosofía, que era vive el momento. Pero yo sabía que esa era mi filosofía a ratos. A veces daba mucho miedo vivir el momento y ya, sin pensar en las consecuencias ni en cómo será el futuro.

Aun así, en parte gracias a la charla con Alba, había tomado una decisión. En realidad, sabía que era lo que quería hacer, la cuestión no era si quería o no. quería. El problema era, básicamente, si era lo que debía hacer. Tanto por mí como por él, quizás no fuera lo correcto, pero había dejado claro cuál era su opinión al respecto. Él se quería arriesgar. Podían salir tantas cosas mal… Y aunque todo saliera bien, tenia fecha de caducidad.

Cavilando sobre esto estaba cuando abrieron la puerta de la habitación de invitados de par en par. Era Alba. Había dormido en la cama de Louis. La noche anterior me pregunto si me importaba, era obvio que no, sabía que eso haría menos dura la distancia. Incluso le tuve envidia, yo no podía dormir en la cama de Harry que seguro que olía a él. Sería muy raro.

- ¡Mierda! – Dijo al entrar – Quería despertarte.

- Pues lo siento pero me he adelantado – Dije incorporándome - ¡Dios, creo que no voy a volver a comer jamás!

- Yo también tengo el estómago fatal – dijo sentándose a mi lado.

Llevaba el móvil en la mano. Desde que Louis se había ido no se había separado de él. Por si llamaba o le envía un sms. Lo cual había hecho un par de veces. A mi Harry ni si quiera me había avisado de si había llegado bien. A ver no tenía porque hacerlo, pero por otro lado, ¿Quieres estar conmigo y ni te dignas a avisarme de que no te ha pasado nada?

- ¿Qué vamos a hacer hoy? – Me pregunto.

- Pues no sé… ¿Qué hora es? – le pregunte pero no espere a que me contestara cogí mi móvil de la mesilla y mire la hora. Eran la una de la tarde – Es la hora perfecta para levantarse de la cama e… Ir al sofá.

- No me seas vaga, vamos a cambiarnos y damos un paseo o algo, y así bajamos la comida de ayer.

- Pero a ver ¿Qué sentido tiene comer porquerías para luego perder las calorías que hayas ganado?  ¡Ya que se engorda se engorda bien! – le dije riendo.

- Bah, toda esta reflexión es porque eres una vaga.

- Posiblemente.

En ese momento le sonó el móvil. Era un sms. Por como se le ilumino la cara y se puso a bailar en la habitación, supuse que era Louis.

- Para de bailar y léelo – Le dije riendo.

Paró, se sentó de nuevo en mi cama y lo abrió. Lo leyó con una sonrisa, pero después se le fue borrando. Pensé que quizás le había pasado algo. Me quedé esperando a que me contara que ponía. Levanto la cara del móvil y me miró. Sus ojos irradiaban felicidad pero tenía un gesto de preocupación en la cara.

- ¿Qué pasa? ¿Qué dice? – Le pregunté intrigada.

- Pues… Dice que… - Empezó. Parecía dudar entre que palabras decir.

- Venga ya pesada… - le espete.

- Que me vaya a pasar estos días con él a Doncaster, que ha hablado con su madre y que me quiere conocer, y sus hermanas también. Y nada eso. Que me ha comprado un billete de avión para hoy a las cuatro – Lo dijo todo de corrido. Rápido y sin mirarme. Sabia porque.

- Pues habrá que hacer la maleta ¿no? – Le dije sonriendo – ¡Que tienes menos de dos horas!

- ¿De verdad que no te importa…? Es que no se, dejarte sola…

- Se cuidarme de mi misma dos días, además mañana trabajo… ¿Qué vas a hacer con el trabajo?

- Pues no se… - Se quedo pensando – Llamaré mañana diciendo que tengo fiebre o hoy por la tarde ya veré…

- Pues venga, lo dicho, a hacer la maleta…

No recordaba lo indecisa y estresante que puede llegar a ser Alba cuando está nerviosa. No sabía que llevarse. Quería ir mona, pero causar buena impresión, pero también estar cómoda y a gusto con lo que llevara… y solo teníamos dos horas. La peor parte llego cuando empezó a dudar si llevarse algo así mas o menos arreglado por si Louis decidía llevarla a algún lado a cenar o algo. Ella sola se montaba la película. Al menos teníamos metido en la maleta el pijama, la ropa interior, el neceser y poco más.

Al final el estrés pudo con ella y acabo llamado a Louis y dando vueltas por la habitación metiendo ropa y después sacándola. Yo desistí de ayudarla y me senté en la cama viéndola pasar de un lado para otro y hablando con Louis. Finalmente termino la maleta y pudimos llamar al taxi que la llevaría al aeropuerto. 
Quise acompañarla pero al final decidamos que sería mejor que no, sobre todo por el dinero, era un gasto innecesario pagar dos taxis y adema son teníamos tiempo para que yo me cambiara.

Me despedí de ella con un fuerte abrazo.

- Pásatelo genial y se tu misma – le dije porque sabía que estaría nerviosa por causar buena impresiona a la familia de Louis.

Yo sabía que si era ella misma, todo saldrá bien.

- Y dale recuerdos a Louis de mi parte – Añadí.

- Te quiero y espero que no te aburras mucho – dijo separándose de mí.

- Lo intentaré.

En cuanto cerré la puerta fui consciente de que estaría sola más de un día en aquella casa que era bastante grande y sin ningún conocido cerca… ¡La idea me encanto! Me gustaba quedarme sola en casa hacer lo que quisiera a la hora que quisiera. Estar sola significaba comer lo que quisiera y cuando quisiera, escuchar música, frikear y no tener que pensar en nadie más que en mí.

No disfrute mucho de aquel pensamiento porque llamaron al timbre. Volví a la puerta preguntándome quien podía ser, quizás algún vecino… Nada más que abrí Alba entro atropelladamente y hablando muy rápido en español.

- ¡Voy a  perder el vuelo! – Entro en el pasillo y desapareció pero la escuchaba murmurar - ¡Qué lo pierdo! 
¡Encima que Louis me lo ha pagado!

Volvió a aparecer por el pasillo.

- ¿Por qué has vuelto? – Le pregunte.

- El cargador – Dijo levantando la mano donde llevaba el cargador de la Blackberry

Pasó por delante de mí y salió al pasillo y llamo al ascensor.

- El taxi espera abajo le he hecho volver, voy a perder el vuelo – La puerta del ascensor se abrió. Entro en él – Te quiero y te echare de menos – dijo mientras se cerraba la puerta del ascensor.

Cerré la puerta sonriendo. Era única. Esperaba de verdad que no perdiera el vuelo. Se merecía estar con Louis todo el tiempo que pudieran. Aunque entendía que se sintiera rara. Sería una extraña situación cuando este con toda la familia de Louis quienes estaban acostumbrado a Eleanor.

[Narra Alba]

Al final conseguí llegar al aeropuerto con tiempo. Enseguida facture y embarque. Estaba muy nerviosa. Iba a volver a ver a Louis, iba a conocer a su familia y además era la primera vez que volaba sola en un avión.
Estaba intentando clamarme cuando una azafata se dirigió hacia mi.

- Perdone, ¿es usted Alba Recio Campos?

Me costó trabajo entender que se estaba refiriendo a mí.

- Si – dije

Mi ingles no era malo antes de venir aquí pero en este último mes había mejorado considerablemente, así que entendí perfectamente lo que me estaba diciendo.

- Haría usted el favor de acompañarme. Los pasajeros de primera clase entrar primero al avión.

¿Cómo? ¿De primera clase? No, podía ser. Louis se había pasado. Seguro que le había costado un pastón. 
Me levante aun algo sorprendida y seguí a la azafata por la plataforma que conducía al interior del avión. Era la segunda vez que me montaba en uno e iba a ir en primera clase. En el fondo está emocionada, aunque algo molesta en que Louis se haya gastado tanto dinero en mí.

La parte vip era como el resto del avión pero más espacioso. Solo había un asiento en vez de tres a cada lado. Las ventanas eran un poco más grandes o eso me pareció. La azafata señalo uno de los asientos. Me acomode. Eran muchos mas cómodos, recuerdo lo duro que estaba en el que me vine.

La azafata me pregunto si quería algo de comer o de beber estaba todo incluido. Pedí un té, no tenía mucha hambre pero se me apeteció. Espere a que se apagaran las luces que avisaban que no podías tener encendidos aparatos electrónicos, y me puse los cascos. El vuelo era bastante corto apenas media hora de viaje para llegar del Heathrow en Londres al aeropuerto ‘Robin Hood’ de Doncaster.

Cuando aterrizamos los nervios se acentuaron mucho más. Louis me dijo que vendría a recogerme al aeropuerto pero que para no armas mucho jaleo esperaría fuera e iría con el coche de su madre. Esperaba no llamar mucho la atención con el hecho de recogerme en el aeropuerto. Ninguno de los dos queríamos rumores, fotos o cosas así.

Antes de salir la azafata e indico que mi maleta ya me estaría esperando en cuanto saliera del avión. Esto de la primera clase era genial. Pero eso significaba que no tendría que esperara a que saliera la maleta y ahora mismo lo que quería era alargar cuanto más el encontrarme con Louis, porque una vez este montada en su coche ya no podría hacer tiempo y el momento de conocer a su familia seria inminente. El solo hecho de pensarlo hacia que mi estomago se contrajera.

Pero no podía simplemente quedarme parada en medio del aeropuerto haciendo tiempo. Así que recogí mi maleta y me dirigí a la salida. En ese momento me sonó el móvil, era Louis, me estaba llamando.

- Si – respondí - ¿Quién es?

- Mire soy su acosador personal que ahora mismo la está viendo desde la lejanía, así que simplemente decirle que esta guapísima y que estoy a su derecha, en el coche plateado.

- Pues iré hacia allí para gritarle pervertido a todo pulmón -  le dije mientras me dirigía hacia donde me había dicho. Enseguida vi el coche.

Llegue hasta él. Abrí el maletero y metí la maleta. Louis no bajo a ayudarme pero er por no ser reconocido.

- Que poco caballeroso eres – aun seguía al teléfono con él - ¡Vaya acosador que tengo! ¡Que no me trata como una princesa!

- Entra en el coche y veras lo que es tratarte como una princesa – dijo.

Abrí la puerta del copiloto y me senté. Entonces por fin gire la cabeza y lo vi allí, sonriente, mirándome. No tarde ni un segundo en abrazarle. Lo que fue algo incomodo porque estábamos dentro de un coche.
Nos besamos ¡Dios, como había echado de menos esos labios! ¡Esa forma de besar! No separamos y nos 
miramos sonrientes.

- Como te he echado de menos imbécil – me dijo.

- Y yo a ti gilipollas – le conteste riendo- Pederasta.

- ¡Ay! ¡Cómo me gusta que me digas cosas bonitas! – contesto

Arranco el coche. Señalizo y salió hacia la carretera. Ya esta, ahora ya solo quedaban apenas unos minutos para encontrarme con su familia. Pero ahora estaba mucho más segura que durante el vuelo, supongo que tener a Louis a mi lado y que actuara como siempre me hizo sentirme más segura de mi misma. Si a él le gustaba, quizás no sería tan difícil que le gustase a su familia.

[Narra Liz]

Ya eran las tres de la tarde y aun no tenía hambre y seguía con el estomago revuelto así que decidí darme una ducha y luego recoger la casa. Tenía ese típico momento en el que quería recoger y organizar la casa. A veces, muy pocas, también me pasaba en España, me entraban ganas de recoger y limpiar, me sentí activa. Hoy era uno de esos días.

Me duche con tranquilidad y con la música a todo volumen. Me puse música española, normalmente me gustaba más la inglesa, per había algunos grupos españoles como ‘Pereza’ que me gustaban mucho.

La música acentuó mis ganas de hacer cosas. Pero no quería problemas con vecinos que no conocía, además los chicos no estaban no tenía ganas de buscarme líos, así que me puse los auriculares. Tenía el pelo mojado pero hacia calor así que no me lo seque y me lo deje suelto. Llevaba unos pantalones de pijama cortos y una camiseta negra con el símbolo de los ‘Rolling Stones’.

Empecé por nuestro cuarto. Hice mi cama y recogí toda la ropa que había tirada por el suelo y demás objetos que estaban por todos lados, horquillas, un peine, unos auriculares rotos, un boli, unas gafas fuera de su funda etc…

Cantaba mientras recogía. Había puesto el modo aleatorio pero cuando no me encantaba la canción la cambiaba. Cuando termine el cuarto decidí meterme con el salón, que estaba hecho un desastre desde ayer. Ahora mismo sonaba ‘Next To You’ de Chris Brown, era una canción que me gustaba mucho. La cante a pleno pulmón mientras recogía las cosas del salón, algunas iban a la cocina otras a la basura.

Luego vino una canción de ellos, lo cual era bastante normal, tenía como unas cuarenta canciones de ellos metidas en el iPod. Era ‘Up All Night’. Saltaba, giraba y la cantaba a todo grito mientras barría el salón. No tenia porque hacerlo lo sabía pero quería hacerlo, además no tenía nada que hacer.

Cuando termine casi estaba sudando de todo lo que había saltado y bailado. Ahora empezó ‘Fix You’ de Coldplay y aunque era lenta la deje, era de mis canciones favoritas y me la sabía entera así que la cante con todo el sentimiento que pude.

En ellos estaba cuando de repente sentí una mano en mi hombro. El corazón me dio un vuelco. Ni si quiera pensé. Estaba aterrada. Me había dado un susto de muerte. Me di la vuelta y como un acto reflejo levante la mano.

Cuando quise darme cuenta le estaba pegando con  la mano abierta a Harry en la cara. Le vi allí y se me paso el miedo, pero aun así el susto no me lo quitaba nadie, notaba que el corazón se me iba a salir del pecho.
Empecé a pegarle, esta vez queriendo.
- ¡Eres tonto! ¿Cómos e te ocurre? ¡Me has dado un susto de muerte! – Le grite
El movía la boca pero no decía nada.

- ¡Quieres hablar imbécil! – seguí gritándole pero deje de pegarle.

Volvió a hablar peor no emitía sonido ¿Se estaba cachondeando de mi? Iba a pegarle de nuevo cuando vi que se llevaba las manos a las orejas y hacia como que se quitaba unos auriculares imaginarios. Entonces me di cuenta que seguía con ellos puesto y con la música a todo volumen. Me los quite y le mire enfadada, me fije que tenia la mejilla roja.

- ¿Se puede saber desde cuando llevas aquí? – le dije enfadad

- Llegue a la mitad de ‘Up All Night’ – dijo mientras se le escapaba una risita.

¿Encima se iba a reír de mí?

- Veras que te dejo la otra mejilla igual – le dije

- No por favor, que ya me duele bastante esta.

Me ablande. La verdad es que le había dado fuerte. Pero había sido un acto reflejo.

- Lo siento, aunque te lo mereces por el susto que me has dado – dije mientras me dirigía a la cocina – creía que eras un violador, un ladrón o un fantasma, yo que sé.

- Todo tiene mucho sentido – dijo siguiéndome.

Abrí el congelador saque unos hielos los puse en un trapo y volví al salón. El me seguía todo el tiempo.

- Siéntate – le ordene.

Se sentó en el sofá. Me senté a su lado y se lo puse en la mejilla.

- Cantas fatal – dijo

Apreté un poquito el hielo contra su mejilla. Hizo una mueca de dolor.

- Es lo que hay. Nadie te pidió que fueras mi espectador

- ¿Y Alba? – preguntó.

- Con Louis, se ha ido a verlo… ¿Qué coño haces tú aquí, por cierto?

- Pues mi madre y mi padrastro tenían planes para esta noche y mi hermana también y mañana siendo Lunes tienen que trabajar y eso… He pasado un buen fin de semana con ellos pero no tenía ganas de estar solo allí…

- Pues ni pienses que te voy a dar la respuesta ya, al menos esperaba tener un par de días más.

Mi comentario le pillo por sorpresa. Supongo que pensó que n o sería tan directa al hablar sobre ello. Pero ya estaba todo dicho me parecía una estupidez actuara como si el no estuviera esperando una respuesta mía. Una respuesta que aunque tenía clara quería meditar un par de días más. No me importara que hubiera vuelto, es más, la idea de estar él y yo solos en la casa me gustaba bastante.

- Me parece razonable, no sería justo – dijo al fin.

- ¿Te sigue doliendo? – Le acaricie la mejilla.

- Ya menos, la verdad – sonrió – Voy a deshacer la maleta y a ducharme después podemos cenar y ver una 
película, o algo… ¿O tienes planes?

- El príncipe Harry me había dicho de quedar pero le diré que no puedo – dije

- ¡Qué te gusta un Harry! – comento riendo mientras se levanta y cogía su maleta.

Entre una cosa y otra ya eran las seis de la tarde y allí se tenía costumbre de cenar sobre las siete o las ocho, o incluso antes. Además yo no había almorzado así que empezaba a tener hambre.
Preparamos unas tortillas francesas con queso para él y con pavo para mí y unas salchichas. Durante la cena hablamos sobre todo de su viaje… Me conto anécdotas de su infancia. Yo le conté algunas de las mías. 
Nos reímos mucho porque éramos muy parecidos de chicos, bastante cafres.
Luego nos sentamos en el sofá y pusimos la Fox. Echaban un maratón de ‘Como conocí a vuestra madre’, ‘Modern Family’ y ‘Los Simpsons’, varios capítulos de cada serie. Así que pasamos de buscar una película y acabamos viendo eso.

No sé cómo llegamos a ello, pero acabo tumbado en el sofá y yo sobre él. No llevaba camiseta, lo cual ya no me sorprendía, me había acostumbrado a su manía de ir casi desnudo por la casa. Aunque esta vez llevaba unos pantalones de chándal y no solo los bóxers.

De vez en cuando se reía a causa de la televisión y su pecho bajaba y subía a la vez. Era genial estar así con él. No era raro ni incomodo. Comentábamos las series y hablamos tan normal. Como si el hecho de que estuviera tumbada encima de él y que él me acariciara el pelo, no fuera nada extraño para nosotros.

- Aun tengo varios días de vacaciones… Que te parece un viaje – comentó así como quien no quiere la cosa.

- A la playa – le dije

- Podemos ir a Brighton tiene playa y buenas fiestas – comentó.

-  Pero, ¿lo dices en serio?

- Totalmente, pide unos días libres en el trabajo, di que estas mala o déjalo de una vez…

- ¡Vale! A ver no lo voy a dejar, pero me gusta la idea de un viaje.

Se levanto con cuidado y se dirigió al ordenador. No sabía que estaba haciendo. Yo seguía en el sofá pensando en la locura y que iba a cometer. Irme con Harry de viaje unos días. Pero me sentí tan bien al decir que si, seria toda una experiencia y estaba en un momento de ‘solo vives una vez, disfruta’. Volvió se sentó al lado mía y me dijo.

- Hotel reservado.

-  ¿Hacemos las maletas y nos vamos esta noche? – Lo dije sin pensar, solo me deje llevar.

- Me encanta la idea ¡Hagámoslo!

[Narra Louis]

Le notaba que estaba nerviosa. No paraba de mirar por todos lados y de toquetear su bolso. Le agarre la mano con mi mano izquierda y le apreté levemente.

- Todo irá bien- le dije para tranquilizarla

- Lo sé, pero es normal que este nerviosa.

- Totalmente compresible – Le conteste – Pero relájate un poco, estoy aquí contigo. No voy a  dejar que la cagues.

- Eso espero – me sonrió.

Al poco tiempo llegamos a mi casa. Aparque y le ayude a sacar la maleta. Vi que las gemelas miraban por la ventana que daba al jardín delantero. Les había hablado muy bien de Alba, a ellas les gustaba Eleanor pero eran muy chicas para entender lo que había pasado. Mi madre y las mayores sabían que hacia tiempo que las cosas no eran como antes. No les dije lo que había hecho Eleanor porque sabía que le tenían cariño y no quería que pensaran mal de ella, aunque no había hecho las cosas bien no me parecía que mis madre y mis hermanas tuvieran esa imagen de ella. Simplemente les dije que había cavado y que ahora estaba conociendo a una chica. Que nos estábamos tomando las cosas con calma. Pero hable mucho de ella y al final casi me suplicaron conocerla antes de que se fuera a España y como no sabía si podría volver a venir decidí que vinera a pasar los últimos días de esta visita con nosotros.

Antes de llegar a la puerta las gemelas ya nos habían abierto la puerta. Estaban las dos muy sonrientes, llevaban puesto unas diademas con forma de corona.

- Hola Alba – dijeron acercándose a ellas.

- Hola – dijo Alba algo nerviosa – A ver quién es quién antes que nada – dijo riendo

- Yo soy Daisy

- Y yo Phoebe

- Tu Daisy – dijo señalando a Phoebe – Y tu Phoebe– Y señaló a Daisy.

- No – dijo riendo Phoebe – Al revés.

- ¿Seguras? – Dijo- Tú tienes más cara de Daisy y ella de Phoebe.

Las gemelas reían y aseguraban quien era cada una. Cuando Alba al fin se aprendió los nombres sin liarse cada una le agarro de una mano y decidieron hacer un tour por la casa.

- ¡Louis! – Dijo Alba - ¡Dos princesas me van a hacer un tour por la casa! ¡Qué suerte tengo!

Reí ante su comentario. Había sabido hacerse con las gemelas con la broma de los nombres y llamándolas princesas. En ese momento apareció mi madre.

- Espero que te guste el tour – dijo acercándose a Alba – Johanna aunque todos me llaman Jay.

- Encanta yo soy Alba – dijo.

- ¡Lottie! ¡Felicity! ¡Bajad! – grito mi madre llamando a mis hermanas.

Escuchamos pasos por las escaleras y enseguida aparecieron. Se presentaron a Alba y me ayudaron con la maleta. Alba dormirá en mi cuarto para que este comoda y tranquila, y yo me iré a dormir con Lottie en una cama supletoria que esta tenía en su cuarto. Las gemelas habían querido que durmiera con ellas pero mi madre no les había dejado.

- Que pelo más largo – dijo Phoebe tocándole el pelo a Alba.

- ¡Y qué negro! – Comento Daisy - ¡Mira Lottie esta morena como tú intentas ponerte!

- Y es imposible hacerlo en este país, con este tiempo – comento esta.

El tema de conversación paso a ser el de la diferencia del clima entres España e Inglaterra. Se notaba que Alba aun no estaba del todo relajada peor llevaba bien la situación. Al final la llevaron a mi cuarto y dejaron que se acomodara.

Llame a la puerta y entre. Me apoye en el quicio de la puerta a mirar como deshacía la maleta.

- ¿Cómo estás? – Le pregunté.

- Más calmada – dijo- Las gemelas son un encanto y por cierto son guapísimas las cuatro.

- Salen a mí – dije

- La verdad es que no. Y menos mal.

- Es verdad, reconozcámoslo. Fui el primero, no salí tan bien – comente – Por cierto, la cena será dentro de nada. Estaremos todos.

- Espero no cagarla.

viernes, 11 de mayo de 2012

Capitulo 25

Os quiero agradecer vuestro apoyo, vuestras menciones y comentarios adorables y TODO. Gracias por leerme.


Capitulo 25.

[Narra Liz]

- Preciosa… ¿En serio? ¿Qué te crees Haymitch? – Le dije.

No podía dormir, aunque siendo sincera tampoco lo había intentado. Estuve dando vueltas por la cama. Pensé en leer algo, pero ya me había acabado el libro, tenía que comprarme uno. Como ya no tenía nada que leer decidí ver un rato la tele y comer algo. No había nada que  me apeteciera en la nevera ni nada bueno que ver en la tele, así que simplemente me quedé sentada con un canal al azar mirando a la tele pero pensando en mis cosas. Cuando Harry entró en el salón no me había dado ni cuenta.

- ¿Haymitch? – Me preguntó, acomodándose al lado mío.

- Bah déjalo – Hice un gesto menospreciándolo – Tú no entiendes.

- Ya estas con tus frikadas – Me dijo.

- ¿Para eso vienes a molestarme mientras veía la tele? ¿Para decirme Friki? – Me hice la enfadada – Además, mis frikadas te encantan.

- También es verdad, me encanta todo de ti.

¿Por qué me decía esas cosas? ¿Por qué se me aceleraba el corazón cada vez que decía una de esas cosas? Yo no suelo ser así, no se me engatusa con palabras vacías como esas. No me gusta que me regalen la oreja, la verdad. Pero con él era diferente. Todo era diferente con él en verdad.  Cuando me decía esas cosas en público me enfadaba con él pero ahora estábamos solos y me pilló totalmente de sorpresa. Sabía que lo hacía para chincharme, pero aun así no podía controlar mi corazón. Ni el color de mis mejillas, que seguro que se habían sonrojado mucho.

- ¡Te has puesto roja! - ¡Mierda! Se me notaba.

- Ya será para menos – Dije intentando parecer segura de mi misma.

- ¿Te intimido? ¿Te pongo nerviosa? – Dijo acercándose aún más. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

- Mas quisieras – Le dije.

Me acarició la mejilla con el dedo índice de su mano. De manera suave y tierna, como quien toca algo que quiere pero que no puede tener o que no podrá volver a tocar en mucho tiempo. Levantó la mirada y me miró a los ojos. Se paró el tiempo. Estoy segura de que el tiempo se había parado mientras nos mirábamos a los ojos. Tenía unos ojos preciosos. Eran como achinados si te fijabas bien. Y no sólo de un tono de verde si no de una mezcla de un verde más oscuro con otro más claro, y rodeando la pupila se tornaban amarillos.

- Pues sí, más quisiera – Dijo casi en un susurro- ¿Qué ves? – Dijo de repente en un tono más alto.
Había roto la magia totalmente. Dejó de mirarme y dirigió su mirada y su cuerpo hacia el frente. Yo me quedé mirando como una tonta su perfil. Me di cuenta de ello y volví de nuevo la cara a la televisión.

- Nada, es que no me podía dormir. No tenía nada que leer y, bueno, no echan nada interesante.

- A estas horas es normal, ya sólo hay porno y programas de esos que te adivinan el futuro – Dijo.

- Como lo sabes, eh. Se nota que te gusta verlo – Le comenté.

- Si, siempre me interesa saber mi futuro… - Dijo riendo- Con quien estaré, a quien conoceré…

- Y qué, ¿te avisaron de que me conocerías?

- Pues no la verdad. Nadie me avisó de que conocería a una chica que pondría mi mundo patas arriba y haría que me planteara muchas cosas.

- ¿Eso hago? – Tenía curiosidad de saber qué cosas hacia que se plantease.

- Pues si – Dijo. Aún seguía mirando la pantalla de la televisión.

- ¿Cómo qué? – Le pregunté.

- Antes tenía muy claro que no quería una relación seria en un tiempo. Ahora lo único que tengo claro es que la quiero, pero sólo contigo. Pero claro, te vas en poco tiempo, eso hace que me plantee que puedo hacer para que te quedes conmigo. También te he hecho daño y eso me hace preguntarme qué clase de persona soy. Y obviamente me planteo todos los días si algún día estarás conmigo… Si sientes lo mismo que yo. Mi vida era más sencilla sin ti. Ahora son todo dudas y miedo a volver cagarla.

- Sí – Dije. Ni si quiera lo pensé, mi boca hablo sola. Fue casi un acto reflejo.

- ¿Si qué? – Me preguntó. Al fin me miró.

Eso, ¿si qué? ¿A qué había venido ese sí? Lo pensé unos segundos, la respuesta vino a mi enseguida. Sabía perfectamente por qué quería decir ese sí.

- Sí – Suspiré- Siento lo mismo que tú.

Sabía que era una estupidez, que decir lo que sientes no es nada malo y menos cuando es correspondido. Pero aún así me sentí muy vulnerable al decirlo en voz alta, al decírselo a él. Es cómo si me hubiera expuesto totalmente a él y ahora no podía protegerme de ninguna forma si me hacía daño.

Creo que estaba analizando lo que acababa de decir. Tenía una cara graciosa, así tan pensativo. Realmente no creía que fuese ningún secreto. Era bastante evidente para todos los demás. Pensé que para él también. Quizás no. Una vez leí que muchas veces es el propio afectado quien no se da cuenta de que le gusta a alguien.

- ¿Y por qué no estamos juntos? – Preguntó con un tono de voz en plan ‘porque somos tan idiotas y no estamos aprovechando el tiempo’

- Porque no quiero estar contigo – Le dije. Eso tampoco lo había pensado, pero me di cuenta de que era 
totalmente verdad.

- ¿Cómo? Creo que me he perdido… ¿Por qué eres tan complicada? Se normal, por dios.

- A ver, tiene su explicación, ¿vale?

- Pues quiero oírla – Dijo medio enfadado.

- Primero, no quiero que me hagas daño. Lo siento, es así. Y tampoco quiero hacerte daño a ti, y no sólo hablo de engaños o rumores o lo que sea. Sufriré cuando me tenga que separar de ti. Y no quiero sufrir, pero el separarme de ti estará ahí, y cada día que pase a tu lado, que será maravilloso, estaré más cerca de tener que irme. Cada día que te conozca más y te quiera más hará más dura la despedida.

- Podríamos, no sé,…

- ¿Qué? ¿Seguir mientras yo estoy en España y tú aquí? ¿O de gira conociendo a miles de chicas? No soy celosa pero no sé si podría con eso… Estando yo tan lejos, y tú, ¿aguantarías? Porque yo no me considero capaz de vivir sin ti aún ahora que no estamos juntos y que todavía no me he implicado tanto…

- Te odio… - Me miró – Te odio porque tienes razón, me odio, odio esta situación. Lo odio todo.

Nos quedamos callados unos momentos. No sé en qué estaría pensando él pero yo estaba viviendo una lucha interna que básicamente era ‘Dile: ¡Que le den a todo! Estemos juntos’ contra ‘Has hecho bien, así será mas fácil’

- ¿Me haces un favor? – Me preguntó.

- Lo que sea – Le dije.

- Piénsatelo, ¿va? Yo me he decido, quiero aprovechar estas semanas. Mira Louis y Alba, no les va tan mal. Me voy mañana, pero volveré, y cuando vuelva quiero una respuesta… Si me dices que no, me haré a la idea, te dejaré tranquila, haré mi vida y me acostumbraré a ti como mi amiga…Nada más. Pero de verdad espero que sea un sí. Que seas valiente, y feliz. Y sé que yo puedo hacerte feliz, aunque sean unos días – Paró- Prefiero recordar que estuvimos juntos cuando no estés que pensar en todo lo que pudo haber sido y no fue… ¿Me prometes que te lo pensarás?

- Te lo prometo – Le dije. Estaba a punto de llorar.

- Bien- Dijo muy serio y se levantó- Y ahora me voy a dormir, mañana me voy temprano.
Estaba ya de espaldas a mí.

- ¡Espera! – Le dije.

Le cogí la mano. Se dio la vuelta. Me levanté, pero era tan torpe que me hice un lio con mis propias piernas y casi me caigo al suelo. Él me sujetó. Conseguí levantarme y estar a su misma altura. Le miré. Le aparté un rizo que le caía por la frente. Me acerque más y le besé. Fue un simple roce de labios. Nada pasional. Aún así algo se encendió en mí. Mi cuerpo quería más. Toda yo quería más de él. Pero me resistí y me aparté. 
Me miró, apretó un poco mi mano, se dio la vuelta y desapareció por el pasillo.

No tardé en irme a dormir. No tenía sueño y encima no podía despertar a Alba para contárselo todo. Me mataría si entraba en el cuarto de Louis. Sonreí. Sería gracioso, muy gracioso. Pero obviamente nada adecuado y de muy mala amiga. Tenía que dejar que ella disfrutara. Además le quedaba un duro fin de semana sola conmigo y mis problemas y rayadas.

[Narra Niall]

Me desperté temprano, cosa que odiaba y me costaba mucho trabajo. Preparé una pequeña maleta con algo de ropa, tampoco mucha. Aún tenía ropa en mi casa de Mullingar para cuando iba a ver a mis padres y amigos.

Tenía muchas ganas de ir. Echaba mucho de menos mi casa, a mi familia y, sobre todo, la comida de mi madre. Era la mejor cocinera del mundo. Como era un vuelo internacional tenía que estar pronto en el aeropuerto por eso tuve que levantarme temprano para que me diera tiempo de pasarme por la cafetería para despedirme de Charlotte antes de irme.
Llegué un poco antes de la hora a la que solíamos ir los chicos y yo, así que Charlotte se sorprendió de verme allí pero en seguida su expresión se tornó feliz y me ofreció una gran sonrisa. Cuando sonreía todas las pecas de su cara se movían. Me encantaba.

- ¿Cómo tu por aquí tan temprano? – Me preguntó mientras iba de aquí para allá, preparando algunas mesas.

- Quería verte antes de irme al aeropuerto.

Habíamos hablado por teléfono. Sabía que me iba unos días a casa, pero aún así quería despedirme de ella en persona y además hablar con ella sobre una idea que me había surgido durante la noche. Básicamente la idea había sido de Alba, pero yo le había estado dando vueltas y como ella, pensé que podía ser una buena solución. Algo arriesgada y seguro que no sería fácil, pero era la única solución razonable que encontraba a nuestro problema. Había estado pensando cual sería la mejor forma de planteársela a Charlie. Ella era muy madura para su edad en muchos aspectos, en el colegio y en su trabajo, por ejemplo. Era responsable y sensata. Pero conmigo no. Eso me gustaba, me gustaba pensar que yo hacía que se volviera más alocada y despreocupada… Pero para esta situación era mejor que entendiera y comprendiera que era la mejor solución. Mejor sin duda a que se escapara conmigo o que siguiera sin hablarse con su padre.

- Me parece perfecto – Dijo acercándose a mi.

Llevaba un paño húmedo en la mano para limpiar las mesas y el uniforme de la cafetería. Cómo siempre el pelo lo llevaba recogido en una cola alta. Miro alrededor, se acercó un poco más y me dio un beso.

- ¡Ea! Pues ya me puedo ir tranquilo – Le dije riendo.

Se rio mientras iba a la barra. Se metió por detrás y me llamó para que me acercara.

- Siéntate – Me dijo señalando uno de los taburetes – Hay poca gente, podemos hablar un ratito.

- Perfecto – Dije sentándome – Además hay algo de lo que quiero hablarte.

- Dime.

 - Se me ha ocurrido una idea que puede… No sé, puede que sea la solución y así podamos ser una pareja normal, y salir, y vernos fuera de esta cafetería.

- Soy todo oído, entonces – Dijo.

- Además no conlleva que te escapes ni te pelees con tu padre, ni nada de eso…

- ¿Cuál es esa maravillosa solución tan perfecta?

- Pues – Ni si quiera a mi me encantaba la idea, pero no veía otra mejor – Que hable con tu padre. Ya sabes, que le deje ver que mis intenciones son buenas – Me reí, sonaba como si estuviéramos en el siglo pasado.

- ¡Ni que fuera 1930! – Dijo alzando un poco la voz, pensaba lo mismo que yo – A ver, soy mayorcita para elegir a mi novio y hacer lo que quiera. Debería confiar en mí y en mi criterio, no tienes que demostrarle nada…

- Lo sé, pero es que si no, ¿qué? ¿Solo verte mientras trabajas? ¿O que te escapes y acabes con la relación con tu padre? No quiero eso…

- Ya, pero, es que… No me parece.

- Piénsatelo, ¿vale? Hablaría con él para que viera que quiero estar contigo y que no te haré daño jamás, y que como él no quiero que te atosiguen los paparazis ni nada de eso… Piénsatelo y coméntaselo mientras estoy fuera y cuando vuelva hablaremos y verás como al final le caigo genial y acabamos…

- ¿Acabáis yendo de pesca juntos? Como en las películas, ¿no? – Me interrumpió enfadada.

- No te enfades – Le dije.

- No me enfado, pero entiéndeme. Trabajo, saco buenas notas, nunca he llegado borracha ni nada de eso, no fumo, ayudo en casa… Se podría decir que soy la hija perfecta, y aun así no confía en mí ni me deja libertad.

- Lo sé – Le acaricié la mano – A veces los padres no se dan cuenta de lo que tienen. Pero yo creo que en el fondo sabe como eres y confía en ti, lo que pasa es que estás creciendo y eso le dolerá.

- Psicólogo a domicilio – Seguía enfadada.

- No quiero irme así…

- Lo siento – Me devolvió la caricia – Se que no es culpa tuya y… Y quizás tengas razón, y esta sea la mejor solución. No sé, me lo pensaré.

- Eso es lo único que te pido. Bueno, eso y que me eches de menos.

- Lo segundo te lo garantizo. Pásatelo genial, bebe Guiness por mí, sal de fiesta con tus amigos, come toda la comida que puedas y tráeme un leprechaun de regalo.

- ¡Hecho! – Dije levantándome – Tengo que irme…

Salió de la barra. No había entrado ningún cliente después de mí, así que seguía igual de vacío que al principio. Sólo un par de mesas con gente desayunando. Se dirigió hacia a mí y me abrazó poniendo su cara en mi pecho. Era más bajita que yo, eso me gustaba porque yo no era lo que se podía decir alto… Le besé el pelo. Levantó la cara y me dio un beso. Era un beso de despedida. Ambos sabíamos que no nos volveríamos a besar en unos días y queríamos trasmitir todo lo que pudiéramos con ese beso. Por ello se alargó más de lo debido teniendo en cuenta que ella estaba trabajando.

Finalmente fuimos conscientes de dónde estábamos. La realidad volvió y tuvimos que separarnos. La volví a abrazar y le susurré al oído:

- Antes de que nos demos cuenta estaremos juntos de nuevo.

Me abrazó más fuerte. Nos apartamos. Me dirigí a la puerta, volví a mirar atrás pero no estaba mirándome. Una de las mesas había acabado y le estaban pidiendo la cuenta. Abrí la puerta y salí al exterior. Respiré. A pesar de todo estaba contento, me había dicho que se lo pensaría y en unas horas estaría en mi querida Irlanda.

En el aeropuerto tuve que hacerme algunas fotos y firmar autógrafos. Lo cual me encantaba. Cuando llegué a Irlanda tuve que hacerlo de nuevo. Al fin estaba en mi tierra. Quieras o no se echa de menos tu país. No me quejo de nada de lo que me pasa ni de vivir en Londres que es una ciudad increíble, pero yo soy irlandés y eso no lo cambiaría por nada.

Les mande un sms a los chicos diciendo que había llegado bien. Eran como mis hermanos y cuando estábamos separados nos escribíamos o llamábamos todos los días. Estaba acostumbrado, después de dos años, a estar casi todo el día con ellos.

Mi padre estaba esperándome en el coche. Le abracé con fuerza. Echaba de menos su olor, usaba siempre la misma colonia y siempre que se la olía a alguien me recordaba a él. Pensé en lo unido que estaba a mi padre. No podía permitir que Charlie perdiera eso con el suyo. Quieras o no sólo tienes unos padres y ellos siempre, de una forma u otra, están ahí.

[Narra Alba]

Me levanté sin hacer ruido. No me parecía justo despertarlo cuando podía quedarse más tiempo durmiendo. Además no se podía decir que hubiéramos descansado mucho durante la noche.

Mientras me duchaba me sentí un poco mal por irme sin despedirme. Ya no le vería hasta dentro de unos días, y aunque esa noche había sido la mejor despedida, no me parecía bien que cuando se despertara yo ya no estuviera ni nada. Por eso busqué un papel y un bolígrafo y me dispuse a escribir una nota despidiéndome de él, diciéndole cuanto lo echaría de menos y lo mucho que le quería.

Cuando entré al cuarto para dejarle la notita en la mesilla de noche me di cuenta de que ya estaba despierto.

- Buenos días  - Le dije sonriendo.

- ¿Una notita? Así, sin más… – Dijo. Por un momento pensé que estaba enfadado, pero me bastó con mirarlo un segundo para darme cuenta de que estaba de broma - ¿Eso significó esta noche para ti Lilly? 
Espera, Lilly, no, era Mary…

- Ya no me acuesto con tíos de una noche más… – Dije siguiéndole la broma – Ni si quiera te acuerdas de 
mi nombre… ¡JENIFFER! ¡Me llamo Jeniffer!

- Bueno, eso – Dijo – Deja la nota ahí.

Me acerqué a la mesilla de noche muy digna y cuando dejé la nota noté como sus manos me agarraban la cintura y me empujaban hacia la cama. Me caí en ella riendo. Me buscó la cara y me besó.

- ¡Buenos días! – Me dijo entre besos.

- Voy a llegar tarde y tú tienes que preparar las cosas para el viaje.

- Verdad. Pero piensa que vas a estar tres o cuatro días sin verme…

- ¡No sé si aguantaré! Quizás me busque a otro para, ya sabes, entretenerme y que no se me haga tan largo…

- Me parece – Dijo – Es razonable.

Le besé e intenté incorporarme, pero me agarró y me tiró de nuevo encima de él.

- ¡Como te busques otro mataré a todos los cachorros del mundo!

- Entonces no, tengo que salvar a los cachorros del mundo.

- ¡Eso! – Me volvió a besar.


- En serio Louis, me tengo que ir aunque no quiera – Le dije.

- Me encanta como suena mi nombre con tu voz, con esa pronunciación tan graciosa.

¿Por qué era tan adorable? Así era imposible levantarse e irse a trabajar. Y más sabiendo que no estaría en casa al volver. Sería tan rara la casa vacía sin ellos. Les habíamos dicho que nos iríamos a otro lado pero no nos habían dejado. En parte era algo incómodo que nos quedáramos allí y en parte no. Así que decidimos quedarnos, además tampoco es que tuviéramos otro sitio a dónde ir y teníamos nuestras cosas allí. Pero sería tan extraño. Estar en esa casa sin ellos viviendo como si fuera nuestra…

- ¡Tierra llamando a Alba! ¿No decías que tenias prisa? – Louis me sacó de mis pensamientos.

- ¡Y así es! – Me levanté. Esta vez me dejó, le besé – Me voy ya.

- ¡Que te sea leve! – Dijo.

- ¿El qué? ¿El trabajo o estar sin ti? – Le pregunté desde la puerta.

- Ambas dos – Dijo, me acerqué y le volví a besar.

Estaba de rodillas al filo de la cama, me agaché un poquito para besarlo y después me quedé con mi frente apoyada en la suya.

- Recuerda que te quiero, que te echaré de menos y que quiero que disfrutes mucho, ¿vale? –Le dije.

Movió su cabeza afirmativamente.

- Te digo exactamente lo mismo – Y me besó, me rodeó con los brazos y me apretó contra él.

- Me tengo que ir, en serio. Llegaré tardísimo – Le dije apartándome un poco, pero tampoco mucho.

- Vale, ya te suelto – Al fin me soltó y me volví de nuevo a la puerta – Te quiero – Me dijo.

- Y yo.

Me armé de valor y conseguí salir de ese cuarto. Cogí mi bolso y me dirigí a la puerta.
El día en el trabajo se me hizo eterno. Sólo pensaba en que estaría haciendo él. Miraba el reloj y era como ‘ahora estará saliendo’, ‘ahora estará en el aeropuerto’, ‘ahora en el avión’, ‘despegando’, ‘aterrizando’, ‘llegando a su casa’… Así el tiempo pasaba muy lento. Era viernes pero no teníamos plan. Liz y yo no habíamos hablado de ello, y no estaban Danielle ni los chicos. Yo tenía conocidos y Liz también por el trabajo y eso, pero no sabía si tenía tanta confianza como para salir con ellos. Además no me apetecía mucho irme de fiesta. Si acaso una cena tranquilita y un paseo por Londres estaría bien. Se lo comentaría a Liz cuando llegara a casa. Además así podíamos hablar tranquilamente. Ponernos al día, estar las dos solas como en España. Sin novios ni Harrys de por medio.

Al fin acabó mi turno y pude irme a casa. Cogí el móvil y vi que tenía un sms. Lo abrí, suponía de quién seria. Y efectivamente no me equivoqué, era de Louis ‘El avión no se ha caído, sigo vivito y coleando, lo siento ;) Por cierto te echo de menos’

[Narra Liz]

La idea de Alba me pareció más que perfecta. Cenita las dos solas y un paseo tranquilo. Lo necesitaba. No sólo porque echaba de menos nuestros momentos, sino también porque mi cabeza era un campo de batalla entre decirle que sí y decirle que no a Harry. Hacía listas mentales de pros y contras, me imaginaba situaciones… Básicamente no pensaba en otra cosa. Necesitaba hablarlo con alguien, necesitaba a mi psicóloga personal y gratuita.

Elegir el sitio para cenar fue más difícil. Queríamos cenar en algún sitio en plan bien, no en un Mcdonalds o algo de eso. Nando’s era mejor, pero comíamos muchas veces allí. Además queríamos algo que no fuera del todo comida rápida, nos decantamos por uno que se llamaba ‘The Valley’, estaba en Candem Town pero no era muy caro y parecía que la comida tenía buena pinta.

Hablamos de estoy y de aquello. Dejé que me hablara de Louis, del trabajo, recordamos momentos en España, aquí. Como siempre el tiempo hablando con ella se me pasó volando. Lo pasábamos bien y ella tenía derecho a hablar de Louis, así que no saqué el tema de Harry durante la cena. Quería disfrutar de su compañía. Que por unos momentos mi vida no girara en torno a él. Y lo conseguí, disfruté de aquel momento con Alba como en los viejos tiempos y pensando sólo en el ahora.

La comida no estuvo mal. Algo cara para mi gusto. No es que fuera una agarrada pero en aquel viaje no nos podíamos permitir despilfarrar, sobre todo porque teníamos que ahorrar para pagar el sobrepeso que seguro que llevábamos de vuelta.

Como estábamos en Candem Town decidimos dar una vuelta por allí. Fuimos a la parte de las tiendas. Todas con escaparates tan extravagantes y fachadas originales. La gran mayoría estaban cerradas, era normal. Había algún que otro pub abierto pero no nos apetecía mucho entrar. Además con la música sería mucho más difícil hablar.

Seguimos caminando sin rumbo. Ya encontraríamos una parada de metro, en Londres había una cada dos pasos, así que no nos preocupamos mucho por si nos perdíamos. Esta confianza no la teníamos al principio. Recuerdo que lo que más miedo me daba era perderme por aquella ciudad inmensa, y ahora me la recorría como si fuera la ciudad en la que llevaba viviendo toda mi vida.

- He hablado con Harry – Le dije mientras paseábamos.

- Es normal. La gente habla… Unos con otros – Dijo riendo.

- Las había tontas y luego estás tú – Contesté sonriendo.

- Vale, vale… ¿De qué hablasteis?

- Pues de él y de mi – Dije.

- ¿Te importaría ser más especifica? Por favor.

- Pues es que es eso – Me costaba contárselo aunque fuera mi mejor amiga- De él, de mí y de nuestros sentimientos.

-  ¡Ah amiga! Lo de ‘vuestros sentimientos’ cambia las cosas… Así que ahora mismo quiero una versión resumida pero con todo detalle. ¡Lo exijo!

Se lo expliqué todo. Le comenté no sólo toda la conversación que había tenido con Harry la noche anterior, sino también todo lo que habíamos pasado juntos en esta semana. Y sobre todo le hablé de lo que sentía. Ella ya lo sabía, por descontado. Me conocía muy bien, mejor que yo misma diría incluso. Pero aún así era necesario que hablara con alguien de mis sentimientos de aquella forma. Desahogarme y poder pedir una opinión. Además muchas veces al expresar tus sentimientos en voz alta tu misma los ves con mayor claridad y encuentras soluciones. No fue el caso. Tras sacarlo todo seguía igual de confusa, con las mismas dudas. 
Pero al menos Alba ya sabía todo y podía aconsejarme, entenderme o incluso simplemente estar ahí mientras yo me decidía. Al fin y al cabo sería mi decisión y las consecuencias las tendría yo. Aunque la ayuda de una amiga que te quiere nunca viene mal.